La nueva política argentina sobre Malvinas con la llegada del ultraderechista Milei, debilita su soberanía y amenaza la paz continental.
Argentina tuvo un cambio muy fuerte en su línea oficial sobre el tema Malvinas y su soberanía sobre este territorio, con la llegada del ultraderechista Milei al gobierno.
En este momento asume una posición que podría considerarse cercana a la neutralidad, relegando los intereses de su Nación, para servir a los intereses británicos. Expresiones del Presidente Milei, señales como su admiración a las administraciones de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, sus declaraciones ambiguas y no debidamente aclaradas respecto al derecho británico sobre Las Malvinas, dejan gran incertidumbre sobre la determinación del gobierno argentino a preservar y defender la soberanía nacional.
Directamente ligado a la soberanía sobre Malvinas, está el reclamo superpuesto entre británicos y argentinos, sobre un mismo espacio en la Antártida. El derecho que Milei reconoce (al menos hasta que se resuelva diplomáticamente) a los británicos, es el sustento del reclamo de estos últimos sobre territorio antártico.
Este cambio no es trivial. Abre la puerta al Reino Unido, quien vería una oportunidad de aumentar y fortalecer su presencia en el Atlántico Sur.
Si esto ocurre, directamente se estaría violando el Tratado Antártico suscrito en Washington en 1959, sobre todo su primer párrafo, donde los países firmantes se obligan a desmilitarizar la zona alrededor de Malvinas.
El Tratado Antártico, suscrito oportunamente por doce países y conformado hasta ahora por cincuenta y cuatro naciones, establece en su Artículo I “La Antártida se utilizará exclusivamente para fines pacíficos. Se prohíbe, entre otras, toda medida de carácter militar, tal como el establecimiento de bases y fortificaciones militares, la realización de maniobras militares, así como los ensayos de toda clase de armas.”
La “flexibilidad” de Milei hacia los poderes imperiales y coloniales, supeditando la soberanía y la paz a los negocios bilaterales, deja librado el destino a negociaciones – que admite llevarían décadas – con una potencia que no vaciló en responder no estar dispuesta a ceder.
Eso también podría tener su impacto absolutamente negativo para la soberanía y paz en toda América Latina, que durante décadas ha construido una zona de paz y no fue involucrada en los conflictos militares.
La estrategia británica sigue usando los instrumentos del llamado “soft power” para promover sus intereses en la región y seguir la política neocolonial. Primeramente, está usando su expansión económica en las Malvinas. Se trata de la construcción para 2027 de un puerto multifuncional, proyecto que estuvo congelado, pero reinició con Milei.
Esto es una amenaza real e importante para América Latina. El Reino Unido recupera su esperanza de monopolizar las rutas comerciales en el Atlántico Sur, bajo la bandera inglesa y así controlar la zona, convertirse en el “dueño del mar”.
Los líderes progresistas de la región tendrán que estar muy atentos frente a la amenaza británica y reforzar su actividad conjunta para resistir un reimpulso de la política neocolonial. Hay que también aumentar el volumen y grado de crítica contra Londres y denunciar que su política representa una amenaza fuerte para la paz en la región y que no toma en consideración los intereses de los países latinoamericanos.
Comments